Rondan los 80 años y han estado a un tris de quedarse en la calle. Hace dos semanas lograron parar la subasta de su piso, el que compraron en 1971 y acabaron de pagar en 1975, pero que hipotecaron de nuevo hace unos años como aval de la inversión que su único hijo hizo para abrir un bar. “Claro que fue culpa nuestra por confiar en los bancos, pero quién nos lo iba a decir... Por un hijo una lo da todo”, suspira Pilar Rodríguez, de 78 años, cogida de la mano de Aquilino Álvarez, de 82, en el sofá de su casa de Barcelona.“Los bancos engañan a los pobres como nosotros: viejos, enfermos y sin dinero”, dice Pilar, “siempre nos dijeron que no nos preocupáramos de nada”. Con la ayuda de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) han conseguido parar la subasta y negociar un alquiler social que les permitirá quedarse a vivir en el piso hasta que se mueran. Pagarán entre 250 y 300 euros, están pendientes de firmar el contrato. La vivienda, con todo, ya no es suya. Es del Banco Popular, después de que absorbiera al Banco Pastor y este al Banco de Galicia, con quien la familia había contraído la hipoteca en una oficina de Lugo.
martes, 6 de noviembre de 2012
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“La justicia es justa solo para los ricos”
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