Marta se sonrojaba con facilidad. Desde que era pequeña, sus mejillas se 'encendían' si hacía mucho frío, si bebía algo muy caliente, si se producía un cambio brusco de temperatura, si algo le daba mucha vergüenza...Cuando cumplió los 26, el rubor se instaló de forma permanente en su cara. Empezaron a dibujarse pequeñas venitas rojas junto a su nariz y, por último, aparecieron unos antiestéticos granitos, que por fin la llevaron a visitar al dermatólogo.De la consulta salió con el diagnóstico -rosácea-, un tratamiento y una serie de recomendaciones para evitar nuevos brotes.Porque, aunque se desconoce la causa que desencadena esta enfermedad de la piel, sí se sabe que hay factores que contribuyen a su aparición. "El sol, el estrés, el calor, la ingesta de mariscos o el ciclo menstrual sabemos que se relacionan con la rosácea", señala Rosa Díaz, jefa de la unidad de Dermatología del Hospital Universitario Infanta Sofía de Madrid.
martes, 30 de octubre de 2012
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